domingo, 13 de abril de 2008

Día 4:
Al levantarme con el sol a las 6 de la mañana y el resto sigue durmiendo. A si que intento seguir dormido un rato mas, pero unos niños de una aldea cercana (creo que son familia del cocinero) están jugando a una distancia prudencial y echándonos un vistazo de vez en cuando. No tienen ningún interés por nuestras cosas, solo por un par de locos turistas, que en vez de pasar la noche en un hotel de 5 estrellas en las playas del Mar Rojo han decidido venir a este lugar apartado del mundo, dormir en el suelo, en un saco de dormir. Se despierta todo el mundo, y desayunamos. Horror, solo hay te (no me gusta el te) y tortas de pan fino, quesitos Kiri y mermelada.
Medio dormido por no haberme podido tomarme mi dosis diaria de cafeína, veo a una lugareña que monta una manta con baratijas en el suelo delante de nosotros. Con gesto lastimero me hace ponerme con ella para comprarla algo. No puedo resistirme, tenía un poco de mono de regateo de “mi último viaje al moro”. Francamente, no había nada que me gustara demasiado, pero me ha caído bien la señora y la compro dos collares y una pulsera. No estuvimos mucho regateando, pedía tan poco que me daba vergüenza regatearle 10 céntimos de euro. Todo me salio por 4€. Cuando se vio que no iba a comprar mas, recogimos el chiringuito, ella y nosotros. Nos subimos al coche y salimos para Serabit eran las 9 de la mañana y pronto empezaría el calor. Después de 20 minutos conduciendo entre piedras y arena llegamos a un pequeño desfiladero. Nos bajamos, mi chica, yo el guía Baha y el cocinero (nos iba a acompañar en esta subida). El conductor se quedo en el coche.
Empezamos a andar, y veo que de repente, Baha se sale del camino y empieza a subir una ladera empinada de piedras bastante inestable. Me paro incrédulo, ¡No creerás que voy a subir por ahí! Le digo con mi mirada (no me atrevía a hacerlo de palabra). Baha me miró, y sonrió. A si que no hubo otro remedio, empezamos a subir, y subir y cada vez estaba mas empinado. Estaba muerto de cansancio y llevábamos 20 minutos subiendo. El paisaje era aterradoramente hermoso. Solo piedras, un cañón en frente y abajo el fondo del desfiladero, muy abajo. Estaba aterrado, pero mi chica subía sin problemas, y ya no digamos Baha y el cocinero, debían de ser hijos de una cabra montesa. Cada rato me esperaban en una sombra sonriendo, y viendo como llegaba yo empapado en sudor, pero resistiendo.
Llegamos a la cima. El paisaje era precioso. La vista era clara y el horizonte se llenaba de montañas peladas, solo roca, enrasadas a la misma altura, desfiladeros, llanuras de arena en el fondo. Y si deshacíamos con nuestra mirada lo andado encontrábamos muy lejos el coche que nos estaba esperando.
Llegamos al Templo de Hathor. Y, seamos sinceros, después de haber visto todos los templos del Nilo, Karnak, Luxor, Edfu… es decepcionante. Solo un montón de columnas de dos metros y medio desperdigadas entre otras piedras con relieves y poco más. El templo según nos contó el Baha estaba para “dar servicio” a las minas de turquesa de la zona.
Nos hicimos unas cuantas fotos, y volvimos deshaciendo el camino hasta el coche. Allí nos esperaba Ezzat y otras dos mujeres que igual de lastimosas que la de la mañana nos esperaban con las mismas baratijas. A estas no les compre nada.
Continuamos el viaje hacia la próxima cita con el Bosque de Pilares. Una formación volcánica con rocas de lava de formas cilíndricas. Llegamos sobre las 12:30 de la mañana, el calor era muy fuerte. Y el sitio era un horno. Las rocas de color negro multiplicaban los rayos del sol. Y la falta absoluta de sombra hacía más insoportable la canícula. El lugar era muy interesante, la lava se acumulaba formando órganos de iglesia, o montones de tubos enormes. Es una lastima que se este rompiendo todo. Hay pocos pilares grandes en comparación con los que debía haber, y muchos trozos rotos.
Cuando volvemos al coche a comer este esta colocado al lado de cuatro ramas que sujetan un toldo eso de sacos medio rotos. Nos colocamos debajo y vemos que la sombra que da es más que suficiente para mitigar el calor circundante. Debajo de la sombra protectora veo como el cocinero prepara todo. Es curioso ver como lava la verdura y la fruta dentro de una bolsa con un poco de agua mineral y con el mismo agua limpia los cubiertos y platos. Con poco más de medio litro de agua lo ha dejado todo perfecto para el consumo. Y después de la subida a Serabit el Kadem y la visita al Bosque de Pilares teníamos mucha hambre y todo nos supo a gloria. Recogemos, y nos vamos hacia el siguiente punto de camino: Santa Catalina y el Monte Sinai.
Todavía continuamos un buen tramo por pistas de arena y piedras hasta llegar a la carretera que llevaba al Monasterio. En la carretera varios controles policiales. Tuvimos muchos en todo el recorrido. La cosa consistía mas o menos en esto: llegábamos a un control, parábamos, si el policía tenia ganas venia hasta el coche, y nos pedía unos papeles que tenían guardados en la guantera. Si los policías no tenían ganas de levantarse, tenia que ir Ezzat a llevárselo a donde estaba el sentado. Había un control de estos cada, más o menos, 50Km de carretera. Pero antes de ir a Santa Catalina teníamos que volver a Abu Zenima. ¿Para que? Para dejar en su casa al cocinero. Ya no iba a estar mas con nosotros. Cuando llegamos, el cocinero nos invito a tomar un te en su casa. La casa era humilde con pocos muebles, alfombras y una televisión en el salón donde nos metieron a nosotros. Estuvimos allí un rato, nos presento a uno de sus hijos de poco más de dos años de edad. Guapísimo. Y después continuamos camino hacia Santa Catalina sin cocinero de eso se encargaría ahora Baha y Ezzat. Pasamos por el Valle de Feiran, debía de ser bonito, pero ya era tarde y no se veía bien. Era un valle cerrado con palmeras y grupitos de casas separados.
El Hotel de Santa Catalina era … bueno… era. Tenía como 8 habitaciones solo con planta baja. Todas vacías, menos la nuestra que tenia como 5000 mosquitos enormes. Que les habían debido avisar que llegábamos y nos estaban esperando agazapados en los rincones. El cuarto de baño era amplio, hasta que me di cuenta de una cosa curiosa, no tenia plato de ducha. Bueno, si, había una alcachofa en el medio del cuarto de baño y el suelo de terrazo tenia una pequeña pendiente hasta un desagüe en un lateral. No es que no hubiera plato de ducha, todo el cuarto de baño era un plato de ducha. No pensamos mucho en nada, teniamos sueño. Aunque era temprano nos fuimos a cenar. Nos estaba esperando Baha y Ezzat en el “comedor”. Una sala con una mesa corrida de un metro de altura y muy larga. Como solo estábamos nosotros, no hubo problema por encontrar sitio. Mientras Baha y Ezzat nos traían la comida el dueño del hotel estaba en pijama y sandalias al fondo de la habitación haciendo zapping en una tele que estaba cerca de nosotros. Después de cenar, y asearnos un poco y llenarnos de antimosquitos, dormimos hasta la hora que íbamos a salir para la ascensión al monte Sinai.

Fotos:
1 Emezando la subida a Serabit el Kadem
2 Subiendo
3 Vistas de lo que hemos subido
4 Templo de Hathor
5 Bajando y viendo lo que nos queda hasta el coche

Imágenes Adjuntas



Algunas fotos del Bosque de Pilares:
1 Llegando
2 Pilares rotos
3 Forma caprichosa
4 Chiringuito con sacos
5 Cocinero lavando la comida.
Imágenes Adjuntas

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