viernes, 11 de julio de 2008

Dia 5 Ascension al Monte Sinai y Santa Catalina

Dia 5 Ascension al Monte Sinai y Santa Catalina
Dia 5:
Vienen a recogernos a las 2:00 de la mañana. Y a las 2:30 estábamos empezando la ascensión después de que nos contaran cuatro cosillas y que llegara el un grupo de españoles con los que nos íbamos a unir en la subida. Era un poco alivio ver a españoles y poder volver a hablar con alguien además del guía y mi chica. Además de los 5 españoles, había muchísima gente. Intente empezar la ascensión. Siempre hay tiempo para subirse a uno de los camellos del camino. Pasamos al lado de Santa Catalina, allí terminaríamos el día hoy. Después de un rato de ascensión y viendo que cada vez me tenia que pararme mas a menudo a descansar, y pensando que si seguía yo solo, a lo mejor llegaba a la cima, pero mucho mas tarde de la salida del sol. Decidí alquilar un camello para subir. El coste, si no recuerdo mal, fueron 50 libras y daba lo mismo en que parte de la ascensión lo cogieras, el precio siempre 50 libras. Desde que subí al camello, hasta que llegue a la cima pasaron como dos horas. Como iba sin cansarme aproveche a disfrutar del cielo estrellado. Era precioso, ver las millones de estrellas mientras te balanceas suavemente en la joroba de un camello. No había mucho más que ver. La noche era cerrada, y no se veía nada que no fuera la luz que iluminaban cientos de linternas que culebreaban por el camino de ascensión. Mi compañera, y el resto de españoles iba por su cuenta, lógicamente no me esperaron. Ya nos veríamos en la cima todos.
Después de esas dos horas llegamos al ultimo tramo, el mas duro para los que van andando, no para mi que iba en camello, . Este tramo era una ascensión continuada por una “escalera” en la que el 80% de los escalones eran naturales. Simplemente piedras en el camino. Esta ascensión se hace en fila india y lastimosamente. Parábamos cada pocos minutos por que cada vez que uno decía que no podía más, el resto tenia que intentar pasarle por un lado. Formando atascos considerables. Después de una hora más, llegamos a la cima, por fin. Todavía era de noche, solo había un poco de luz que anunciaba la pronta salida del sol. ¡¡¡Lo habíamos conseguido, veíamos amanecer desde la cima del monte Sinai!!! Yo descansado, me dedique a buscar un sitio para poner mi equipo fotográfico para hacerle alguna foto al amanecer. Ya buscaría al resto de españoles después.
A las 5:30 ya la claridad era grande. Y podíamos empezar a vislumbrar el impresionante paisaje. A las 5:38 por fin, vi el Sol. Allí, al fondo. De repente las montañas empezaron a contrastarse, las sombras empezaban a aparecer. El horizonte estaba plagado de montañas. No había ningún árbol, ninguna brizna de hierba. No soy un poeta, a si que voy a intentar subiros alguna de las fotos que hice y que reflejan mejor que yo estos paisajes. Cosas curiosas, me parecieron dos sobre todo: un grupo de japoneses que montaron una especie de misa en la cima en uno de las pequeñas construcciones de piedra que hay en la cima. Y otra cosa simpática fue el “cuarto de baño” que tenían en la cima. Era una especie de chabolo de madera. No me atreví a entrar. Gracias a dios no tuve necesidad de el en ese momento.
Cuando ya termine un poco empachado de Sol, empecé a buscar al resto. No vaya a ser que empiecen a bajar sin mi. Sobre las 6:00 los encontré. El reencuentro fue caluroso. Nos hicimos unas cuantas fotos más, y nos relajamos para empezar el descenso. Sobre las 6:30 empezamos a bajar. Continuamos hacia el Monasterio de Santa Catalina por el mismo camino por el que subimos, pero lo teníamos como nuevo. Por la noche no habíamos podido disfrutar de sus vistas. Al bajar todo fue más sencillo para mi, que tenia las piernas descansadas. Baje sin problemas, el resto de los españoles que subieron como machotes por sus propios medios bajaban con las piernas temblorosas y doloridas por el esfuerzo de la madrugada. Llegamos al monasterio sin mucho entre medias, mas que cientos de fotos de cada recodo, cada vista al infinito. Eso si, mirando de vez en cuando para arriba, para ver incrédulos hasta donde habíamos subido.
Santa Catalina aparece cuando llegamos abajo como un castillo amurallado. Un cuadrado con un torreón en cada esquina, y con unas cuantas ventanas marcadas como simples huecos en la pared, algunos con pequeños balconcitos de madera. Como teníamos tiempo se sobra, no como el resto que tenia que coger el autobús para volver a sus respectivos lugares de procedencia, nos detuvimos un rato en un bar que hay anexo al Monasterio. Nos relajamos hasta que todo el mogollón de turistas se fuera y nos dejara todo para nosotros. Nuestro “hotelito” no se iba a ir, no había prisa. En el bar vimos a nuestro lado un monje del monasterio. Enorme. Tenía como 1,90 de altura y un calibre corporal muy importante también. Iba con su sotana negra hasta los pies y una larga barba oscura. Tenia la típica pinta de bonachón enorme, pero si se cabreara había que alejarse de la Ira de Dios, seguro :-P. Después de un reconfortante café con leche al lado de este mastodonte, empezamos a ver el monasterio. Estos sitios tan míticos, tan esperados a veces decepcionan un poco. Nos esperamos no se que, que se yo y al final tu imaginación no se ve recompensada con una realidad equivalente.
Lo primero, descubrimos que como no somos Ortodoxos no podemos entrar a ver la colección de valiosos Iconos Bizantinos. Una desilusión. Después pasamos a una pequeña iglesia muy abigarrada e interesante. Luego vemos los callejones exteriores del Monasterio en los que se encuentra un pozo que según la tradición es el pozo en el que Moisés cogía agua cuando conoció a su futura esposa. Un poco más allá, hay una enorme zarza, que se supone que es la zarza ardiente del Éxodo. En la base de la zarza, la gente reza y algunos dejan mensajitos en sus raíces para que Dios les eche una mano en sus problemas. A parte de las implicaciones religiosas, que son inevitables, el sitio es muy bonito. Y si no fuera por la gran cantidad de turistas que hay, aun que ya se hubieran ido casi todos seguía bastante lleno debido a lo angosto de algunos tramos, el sitio te trasladaría a tiempos remotos. Enormes muros de piedra, puertas y ventanas de madera, algún farol de hierro forjado. Todo aparentemente igual que hace 1500 años.
Para terminar visitamos el osario. Una habitación que solo es visible desde una puerta enrejada. A la derecha había una vitrina con una enorme acumulación de cráneos. En el centro hay una todavía más impresionante vitrina con el esqueleto de uno de los monjes con el hábito de lujo. Y a la derecha unos nichos con los esqueletos de mas monjes. Eran las 10 de la mañana, y dimos por terminada la visita del monasterio. Y como dije antes, muy bonito, e interesante, pero me dejo un poco frío. Me esperaba un poco más.
Volvimos al hotelucho de los mosquitos y descubrimos que las piernas de mi chica estaban cubiertas de picaduras de mosquitos. En ese momento caímos que por la noche, cuando dormimos, nos cubrimos todo el cuerpo de matamosquitos, menos las piernas de ella que estaban debajo de la sabana. Durmiendo se destapo dejándolas al descubierto para los cientos de mosquitos que había en la habitación. En venganza, intentamos echar y matar a unos cuantos que nos estaban esperando cuando llegamos a la habitación para continuar con el festín. Dormimos hasta las 2 de la tarde, cuando nos levantamos a comer algo al comedor de antes, con el mismo dueño del hotel en pijama y zapatillas cambiando de canal continuamente. A las cuatro estábamos otra vez en ruta.
Estuvimos un buen tramo de carretera hasta que nos desviamos al lado de una casa pobre que había a la orilla de la carretera. En ella Baha les compró un poco de leña que nos iba a servir para la cena. Serían las 5:30 de la tarde. Los dejamos, y entramos en el desierto, no más de 15 minutos hasta una jaima que estaba preparada para nosotros.
Esa noche nos esperaba una sorpresa, la cena fue “especial”. Con la leña que habían comprado antes nos prepararon una barbacoa. Unas salchichas y unas brochetas con carne de cordero a demás de la cena habitual de guarnición. Estuvo todo buenísimo. Por la noche, después de cenar, para pasar un poco el rato Baha y yo nos echamos unas partiditas de ajedrez y Ezzat pidió a mi chica que le enseñara algo de español. Nos reímos mucho viéndole pronunciar algunas palabras. Paseamos un rato para hacer sueño ya que estábamos un poco descolocados de la noche anterior. El sitio estaba en un pequeño resguardo entre dos pequeñas montañas. Estábamos un poco altos, por lo que teníamos una buena vista del resto del desierto. No parecía que hubiera ningún alma en ninguna dirección. La soledad (aparente) era absoluta. Un día intenso. A dormir que mañana venia un día más intenso todavía, yo no lo sabia, pero así fue. Nunca creí que podría hacer lo que hice este día. Pero esa es otra historia.

Fotos:
1 _ En la Cima del monte Sinai (japoneses rezando)
2 _ 3 - Amaneciendo
4 _ servicio con vistas
5 _ lugareño pensativo

Imágenes Adjuntas



Mas fotos de este dia
1 _ Descendiendo
2 _ Paisaje agreste (ahora se podia ver)
3 _ lugareña
4 _ Hasta donde hemos llegado (el puntito blanco en la parte mas alta, a la izquierda, hay hemos estado hace un rato)
5 _ Llegando a Santa Catalina (¡por fin!)
Imágenes Adjuntas


Fotos de Santa Sofia
1 _ Monasterio de Santa Catalina
2 _ lateral con señor tipico
3 _ Monje de Santa Catalina
4 _ Mensajes a Dios en la zarza ardiente del Exodo.
5 _ Craneos
Imágenes Adjuntas
Mas fotos de este dia
1 _ niña de donde paramos a comprar leña
2 _ Aqui dormiriamos hoy
3 _ Nosotros, el campamento, y la noche
4 _ Ezzat aprendiendo español
5 _ Comida de desierto _ Kofta, salchichas, patatas, ensalada... buenisimo!
Imágenes Adjuntas

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