domingo, 13 de julio de 2008

Día 7: El Cañon Blanco y el oasis de Kodra

Día 7: El Cañón Blanco y el oasis de Kodra

Nos levantamos a las 6 de la mañana con el sol. Aquí el que manda no es el despertador, es el dios Ra. Toda la gente del oasis ya esta levantada hace mucho tiempo. Desayunamos, y me encuentro con la niña de ayer. Ya a salido el sol, a si que ella no puede comer hasta la noche. Pero risueña nos enseña sus tesoros más preciados: dos cabritas que dice que son suyas. Hay más, pero dice que esas otras son de sus hermanas. Las suyas son solo esas dos. La hago una foto. Ella sonríe. Me da ternura, y un poco de lastima ver a una chica tan lista y despierta aquí perdida y con pocas posibilidades de cambiar a otra cosa. Salimos a las 08:45 para el cañón Blanco. Un poco tarde. Luego lo notamos con el calor. La niña se quedo allí en su pequeño mundo. Espero que si quiere pueda cambiarlo.
El Cañón Blanco hace honor a su nombre. Cuando vamos llegando vemos que no es tan angosto inicialmente como el de ayer, y las paredes y el suelo de arena fina es de un blanco inmaculado. Tenia tramos también estrechos, pero que pronto se abrían y eso era lo malo, al abrirse dejaban caer el sol con toda su fuerza sobre las paredes, y el suelo blanco que reflejaban la luz. El calor era asfixiante. No corría ni la más ligera brisa, y teníamos una querencia sospechosa a las sombras que a veces tenía el camino. Hubo algún escollo importante, pero nada comparado con lo de ayer. Al final, tuvimos que subir una escalera de metal que habían colocado, ya que era la única manera de poder subir esa pared vertical. La escalera ocupaba como 3 metros y el resto eran mas accesibles para hacerlos a pie. Y con nuestra larga experiencia subiendo cañones no nos resulto difícil. Al llegar al final de la pared, había una zona llana en la que nos estaba esperando el coche. Había adelantado camino. Fue un momento muy agradable. Teníamos sed, estábamos llenos de polvo y calor y llegó Ezzat con su botella de dos litros de tang concentrado. Le hubiera besado. Eran las 10 y cuarto de la mañana.
De aquí ya no volvimos al oasis, directamente nos fuimos a buscar la ultima etapa del camino la ciudad de Dahab. Antes, después de un largo tramo de dunas y trialeras por el desierto, salimos a la carretera principal, justo al lado de otro asentamiento beduino (casualmente). Paramos un rato con ellos, nos tomamos un te e intentaron vendernos las mismas baratijas de todos los días.
Cogimos carretera a Dahab. Al salir del ruido del dunasatraves y volver al monótono rugir de la carretera nos dimos cuenta mi chica y yo que esto se acababa. Nuestro safari por el desierto llegaba a su fin. Ahora vendrían unos cuantos días de playa reconfortante, de impresionantes fondos marinos y bueno, no todo iba a ser comodidades, no? Nos gusta mucho esto del desierto, a si que decidimos que en pocos días iríamos al Cañón Coloreado. Otro de estos sitios con magia.
Dahab no es más que otro centro turístico como el resto. Pero (según decían) tenían mas baratas las fruslerías para regalar, a si que le dijimos a Baha que paráramos en Dahab antes de volver a Sharm el Seik. Paramos, compramos algunas cosillas y salimos para Sharm con la sonrisa del que sabe que ha hecho un viaje en el que a lo mejor no ha visto miles de monumentos arqueológicos, zocos para turistas, decorados de cartón piedra asépticos para hacerte sentir como en el desierto. Nosotros habíamos estado en el Desierto, el de verdad. El Desierto con mayúsculas. He convivido con gentes amables, acogedoras hospitalarias y tradiciones milenarias. Este es uno de esos viajes en los que mas que ir a conocer sitios te has conocido mejor a ti mismo, tu forma de relacionarte con el medio, con las gentes y con la naturaleza. En un viaje como este tu manera de ser cambia, esperemos que sea a mejor.
Cuando llegamos al hotel Tropicana Roseta nos encontramos de bruces con dos chicas que habíamos conocido el primer día y que nos habíamos hecho “mas o menos” amigos. Cuando nos vieron entrar, yo con la barba de 5 días y el polvo de 3. Nos miraron con cara re terror. Parecíamos unos aparecidos que volvíamos de estar una semana abandonados a nuestra suerte. Les contamos nuestro viaje y alucinaron. Nos miraron con cara de incredulidad y de “pero que locos están estos”. Fue la primera vez que conté mi viaje. Esta que estamos ahora es una mas. Y seguro que habrá muchas mas en el futuro a otra gente. Me he convertido en uno de esos pesados que cuando te ve te cuenta sus viajes. Lo siento por mis amigos, lo siento por vosotros.
Por cierto, esto no ha acabado ahora viene la estancia en el Mar Rojo y la excursión al Cañón Coloreado. Eso será a partir de mañana.

Fotos:
1 _ Toalet please not in the farm
2 _ La preciosa dama del Oasis
3 _ Un hermanito un poco enfadao
Imágenes Adjuntas


Fotos del Cañón Blanco
Fotos del Cañón Blanco _ Calor, mucho calor _ Pero disfrutábamos como enanos en estos paisajes.
Imágenes Adjuntas


Fotos Cañón Blanco ultimas
1 _ Ella como una rosa
2 _ Yo, empapado en sudor
3 _ La pared de la escalera (centro abajo)
4 _ Ya subíamos como si lo hubiéramos hecho toda la vida
5 _ Ezzat salvador esperándonos con el tang
Imágenes Adjuntas

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